El potencial técnico de la Xbox 360 se ha demostrado durante años: la elección de los componentes fue un acierto y eso ha permitido sacarle todo el juego a la consola con títulos que no han perdido su espectacularidad técnica en todos estos años. Así pues, el reto a nivel hardware era importante: ¿qué componentes elegir para garantizar un ciclo de vida tan largo como el de su predecesora?
En Redmond se han decidido por centrar ese hardware en una APU octo-core de AMD (una versión de su procesador con la recién presentada arquitectura “Jaguar”), un procesador con arquitectura de 64 bits, fabricado con escala de integración de 40 nm, y que funciona a 1,6 GHz, además de tener una caché de nivel 2 de 4 MB. A esa CPU le acompaña una GPU a 800 MHz y con soporte DirectX 11, además de otros bloques hardware que gestionan ciertos tipos de tareas y que alivian así la carga del procesador principal.
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Los 8 Gbytes de memoria DDR3 son otro de los elementos importantes de una concepción que como sucedía en el caso de la Xbox 360 y de la Xbox original se asienta sobre el conocido esquema del PC,un esquema que sigue manteniendo su validez y en el que también entran en juego el Northbridge (para conectar CPU, GPU y memoria principalmente) y el Southbridge (que interconecta la red GbE, la conectividad Wi-Fi Direct, los mandos, los puertos USB 3.0, o el disco duro, entre otros).
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